“Estamos muriendo lentamente”: palestinos comen pasto y beben agua contaminada mientras la hambruna se cierne sobre Gaza
Luis Ernesto Quintana Barney
(CNN) — Hanadi Gamal Saed El Jamara, de 38 años, dice que dormir es lo único que puede distraer a sus hijos del hambre que padecen y que les corroe el estómago.
Por estos días, esta madre de siete hijos se encuentra mendigando comida en las calles cubiertas de barro de Rafah, en el sur de Gaza.
Intenta alimentar a sus hijos al menos una vez al día, dice, mientras atiende a su marido, un paciente de cáncer y diabetes.
“Están débiles, siempre tienen diarrea, sus caras están amarillas”, dijo a CNN el 9 de enero El Jamara, cuya familia fue desplazada del norte de Gaza. “Mi hija de 17 años me dice que siente mareos, mi marido no está comiendo”.
Mientras Gaza avanza hacia una hambruna a gran escala, los civiles desplazados y los trabajadores de la salud le dijeron a CNN que pasan hambre para que sus hijos puedan comer lo poco que hay disponible. Si los palestinos encuentran agua, probablemente no sea potable. Cuando los camiones de socorro llegan al enclave, la gente se trepa unos sobre otros para agarrar el material de ayuda. Los niños que viven en las calles, después de haber sido obligados a abandonar sus hogares por los bombardeos de Israel, lloran y pelean por el pan duro. Otros, según se informa, caminan durante horas en el frío en busca de comida, arriesgándose a quedar expuestos a los ataques israelíes.
Incluso antes de la guerra, dos de cada tres personas en Gaza dependían del apoyo alimentario, dijo a CNN Arif Husain, economista jefe del Programa Mundial de Alimentos (PMA). Los palestinos han vivido 17 años de bloqueo parcial impuesto por Israel y Egipto.
El bombardeo y el asedio de Israel desde el 7 de octubre han disminuido drásticamente los suministros vitales en Gaza, dejando a toda la población de unos 2,2 millones de personas expuesta a altos niveles de inseguridad alimentaria aguda o algo peor, según la Clasificación Integrada de Fases de Seguridad Alimentaria y Nutrición (IPC), que evalúa inseguridad alimentaria y desnutrición a nivel mundial.
Martin Griffiths, jefe de ayuda de emergencia de la ONU, dijo a CNN que la “gran mayoría” de los 400.000 habitantes de Gaza caracterizados por las agencias de la ONU como en riesgo de morir de hambre “en realidad están en hambruna”. Los expertos en derechos humanos de la ONU han advertido que “Israel destruyó el sistema alimentario de Gaza y utiliza los alimentos como arma contra el pueblo palestino”.
Durante más de 100 días, los palestinos en Gaza han visto desplazamientos masivos, vecindarios convertidos en cenizas y escombros, familias enteras borradas por la guerra, un aumento de enfermedades mortales y el sistema médico destrozado por los bombardeos. Ahora el hambre y la deshidratación son amenazas importantes para su supervivencia.
“Estamos muriendo lentamente”, reflexionó El Jamara, la madre en Rafah. “Creo que es incluso mejor morir a causa de las bombas, al menos seremos mártires. Pero ahora nos estamos muriendo de hambre y de sed”.
Los ataques de Israel contra Gaza desde los ataques de Hamas del 7 de octubre han matado al menos a 26.637 personas y han herido a otras 65.387, según el Ministerio de Salud dirigido por Hamas. El ejército israelí lanzó su campaña después de que el grupo militante matara a más de 1.200 personas en ataques sin precedentes contra Israel y dijera que tiene como objetivo a Hamas.
La gente del norte de Gaza “come pasto” para sobrevivir
Mohammed Hamouda, un fisioterapeuta desplazado a Rafah, recuerda el día en que su colega, Odeh Al-Haw, murió mientras intentaba conseguir agua para su familia.
Al-Haw estaba haciendo cola en una estación de agua en el campo de refugiados de Jabalia, en el norte de Gaza, cuando él y decenas de personas más fueron alcanzados por un bombardeo israelí, dijo Hamouda.
“Desafortunadamente, muchos familiares y amigos todavía están en el norte de Gaza, sufriendo mucho”, dijo a CNN Hamouda, padre de tres hijos. “Comen pasto y beben agua contaminada”.
Los ataques aéreos israelíes contra Gaza han diezmado amplias zonas del territorio palestino, incluido el campo de refugiados de Jabalia en la ciudad de Gaza, fotografiado el 11 de octubre. Un trabajador sanitario desplazado le dijo a CNN que su colega murió por los bombardeos israelíes en la región, mientras intentaba conseguir agua para su familia. Yahya Hassouna/AFP/Getty Images
El bloqueo de Israel y las restricciones a la entrega de ayuda significan que las existencias están muy bajas, lo que eleva los precios y hace que los alimentos sean inaccesibles para la población de Gaza. La escasez es aún peor en las zonas norte del enclave, según la ONU, donde Israel concentró su ofensiva militar en los primeros días de la guerra. Los cortes de comunicación dificultan los esfuerzos por informar sobre el hambre y la deshidratación en la región.
“La gente sacrificaba un burro para comer su carne”, dice Hamouda que le dijeron sus amigos en Jabalia a principios de este mes cuando la escasez empeoraba.
En lo que podría ser un duro golpe a los esfuerzos humanitarios, varios países occidentales suspendieron en los últimos días la financiación a la principal agencia de la ONU en Gaza, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), por acusaciones de Israel de que varios de sus empleados participaron en los ataques del 7 de octubre. La ONU despidió a varios empleados a raíz de las acusaciones.
El ministro de Asuntos Exteriores de Jordania instó a los países que suspendieron la financiación a reconsiderar la situación, diciendo que la UNRWA era un “salvavidas” para más de 2 millones de palestinos en Gaza y que la agencia no debería ser “castigada colectivamente” por las acusaciones contra una docena de sus 13.000 empleados.
“Sin agua potable”
Gihan El Baz acuna a un niño pequeño en sus rodillas mientras consuela a sus hijos y nietos, quienes, según ella, se despiertan todos los días “gritando” pidiendo comida.
“En los refugios no hay suficiente comida, el sol se pone sobre nosotros y ni siquiera hemos almorzado”, dijo a CNN El Baz, que vive con 10 familiares dentro de una tienda de campaña desgastada por el clima en Rafah. Cuida a su marido, quien, según ella, se cayó y se rompió el brazo mientras estaba mareado por el cansancio.
“No hay bebidas, ni agua potable, ni baños limpios, la niña llora pidiendo una galleta y ni siquiera encontramos algo para darle”.
Los niños huérfanos Hoor (izquierda) y Kanan (derecha) se refugian dentro de una tienda de campaña en un campo de desplazados en Rafah, en el sur de Gaza, el 25 de enero. Los cuidadores palestinos dicen que el estrés de no poder proteger a los niños de los ataques se ve exacerbado por su incapacidad para brindarles suficiente comida. Cortesía: Hazem Saeed Al-Naizi
Los padres desplazados en Rafah, donde OCHA informó que más de 1,3 millones de residentes de Gaza se han visto obligados a huir, dicen que el estrés de no poder proteger a sus hijos de los bombardeos se ve agravado por su incapacidad de proporcionarles suficiente comida. El acceso limitado a la electricidad hace que los productos perecederos sean imposibles de refrigerar. Las condiciones de vida son hacinadas e insalubres.
“La gente se ve obligada a talar árboles para conseguir leña para calentarse y preparar la comida. El humo está por todas partes y las moscas se propagan ampliamente y transmiten enfermedades”, dijo Hazem Saeed Al-Naizi, director de un orfanato en la ciudad de Gaza que huyó al sur con las 40 personas bajo su cuidado, la mayoría de las cuales son niños y bebés que viven con discapacidades.
Un hombre desplazado hace pan junto a una tienda de campaña que instaló en una acera en Rafah, en el sur de Gaza, el 22 de enero. Cortesía de Mohammed Hamouda
Hamouda, el trabajador sanitario desplazado, solía alimentar a sus hijos (de seis, cuatro y dos años) con una mezcla de frutas y verduras, galletas, zumos naturales, carne y marisco. Este año, dijo, la familia apenas ha hecho una comida al día y se alimenta de pan seco y carne o legumbres enlatadas.
“Los niños son violentos entre ellos por conseguir comida y agua”, dijo Hamouda, que trabaja en el hospital Abu Youssef Al-Najjar y es voluntario en un refugio cercano. “No puedo evitar que se me caigan las lágrimas cuando hablo de estas cosas, porque es muy doloroso ver a tus hijos y a otros niños hambrientos”.
Los 350.000 niños menores de cinco años de Gaza son especialmente vulnerables a la desnutrición grave, informó Unicef el mes pasado.
Mayor riesgo de morir
La “escala y velocidad” de una posible hambruna en Gaza condenará a los niños sobrevivientes a una vida de riesgos para la salud, dijo Rebecca Inglis, médica de cuidados intensivos en Gran Bretaña que visita regularmente Gaza para enseñar a estudiantes de medicina.
Los primeros 1.000 días de la vida de un niño son “absolutamente importantes” para el crecimiento físico y el desarrollo cognitivo, dijo Inglis a CNN. Los niños desnutridos tienen un riesgo 11 veces mayor de morir en comparación con los niños bien nutridos, afirmó. Las deficiencias de vitaminas y minerales fuerzan al cuerpo a un “estado de parada de emergencia” en el que pierde la capacidad de producir energía, aumentar de peso o mantener las funciones renal y hepática, añadió.
Según la Organización Mundial de la Salud, los niños desnutridos, especialmente aquellos con desnutrición aguda grave, corren un mayor riesgo de morir por enfermedades como diarrea y neumonía. Los casos de diarrea en niños menores de cinco años aumentaron alrededor de un 2.000% desde el 7 de octubre, dijo UNICEF.
Hamouda dijo que sus propios hijos tienen síntomas de diarrea, resfriado y gripe. “Los cuerpos de los niños están deshidratados… su piel está deshidratada”.
En tiempos de estrés severo, las mujeres embarazadas tienen más probabilidades de sufrir un aborto espontáneo o dar a luz prematuramente, dijeron anteriormente a CNN los trabajadores de la salud. En Gaza viven 50.000 mujeres embarazadas, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Los bebés que sobreviven en el útero tienen más probabilidades de nacer con bajo peso y, por lo tanto, tienen un mayor riesgo de morir, indicó Inglis. Las madres hambrientas y deshidratadas no pueden proporcionar suficiente leche materna a sus bebés.
Desafíos a la distribución de alimentos, ayuda bloqueada
Shadi Bleha, de 20 años, intenta alimentar a una familia de seis personas. Dos veces por semana reciben dos botellas de agua, tres galletas y “a veces” dos latas de comida de la UNRWA, dijo.
“No es suficiente para satisfacer las necesidades de mi familia”, dijo a CNN el estudiante, que se refugió en una tienda de campaña en Rafah.
Los palestinos en el sur de Gaza también dijeron a CNN que la distribución humanitaria mal regulada significa que algunos civiles no reciben ayuda alguna, mientras que aquellos que la reciben pueden venderla para obtener ganancias.
En otros casos, los vendedores compran ayuda a los comerciantes y venden en los mercados a precios inflados. Algunas personas con automóviles viajan más lejos para conseguir agua y regresan a los campamentos de desplazados para revender el agua a precios elevados. La intensificación de los ataques también eleva los precios. Hace tres semanas, un saco de harina de 25 kilogramos costaba US$ 20 en Khan Younis, según Al-Naizi, pero después de que las FDI intensificaron los ataques contra la ciudad del sur, pasó a ser US$ 34.
Otros dicen que reciben paquetes humanitarios que han sido abiertos y faltan artículos. Según los informes, los dátiles, el aceite de oliva y el aceite de cocina que se encuentran en los paquetes de ayuda se venden en el mercado negro por más del doble de su valor.
El 21 de enero, el Coordinador de Actividades Gubernamentales en los Territorios de Israel (COGAT), dijo que 260 camiones humanitarios fueron “inspeccionados y transferidos a Gaza”, lo que marca la cifra más alta desde el inicio de la guerra.
Pero las agencias de ayuda dicen que no es suficiente. En enero, el ejército israelí sólo concedió acceso a una cuarta parte de las misiones de ayuda planificadas por las agencias humanitarias a Gaza, dijo OCHA el 21 de enero. CNN se comunicó con las FDI para solicitar comentarios sobre las estadísticas de OCHA.
El PMA ha pedido nuevas rutas de entrada de ayuda, más camiones que pasen por los controles fronterizos diarios, menos impedimentos para el movimiento de los trabajadores humanitarios y garantías para su seguridad. El 5 de enero, la agencia informó que seis panaderías en Deir al-Balah y Rafah habían reiniciado sus operaciones, pero tres seguían fuera de uso. “El pan es el alimento más solicitado, sobre todo porque muchas familias carecen de los medios básicos para cocinar”, afirma.
Mientras tanto, la ofensiva militar de Israel ha arrasado al menos el 22% de las tierras agrícolas de Gaza, según OCHA. El ganado se muere de hambre y es difícil conseguir productos frescos.
Civiles desplazados hacen cola para recibir ayuda distribuida por el Programa Mundial de Alimentos en Rafah, en el sur de Gaza, el 21 de enero de 2024. Cortesía de Mohammed Hamouda
Juliette Touma, directora de comunicaciones de la UNRWA, dijo que las necesidades de los civiles desplazados en Gaza superan la cantidad de ayuda permitida por las autoridades en el enclave. “Simplemente no tenemos suficiente y no podemos satisfacer las abrumadoras necesidades de la gente en el terreno”, dijo a CNN. “Eso hace que la entrega de asistencia humanitaria sea extremadamente desafiante”.
Tanto la UNRWA como el PMA comentaron a CNN que, si bien no pudieron verificar los informes de personas que revendían ayuda a precios más altos, es completamente posible dada la magnitud de la desesperación y el hambre en Gaza.
“Es un caos absoluto y la gente está absolutamente desesperada, tiene mucha hambre”, añadió Touma. “De hecho, el tiempo corre para la hambruna”.
El PMA dijo a CNN que las distribuciones de ayuda se basan en listas de beneficiarios verificadas y son observadas por monitores de alimentos, quienes “informan que los alimentos se entregan a sus destinatarios previstos”.
“A veces las familias toman la decisión personal de vender alimentos del PMA a cambio de otros artículos domésticos que puedan necesitar. Para ser claros, cualquier alimento distribuido por el PMA no está a la venta”, dijo la agencia en un comunicado.
La guerra también ha causado una pérdida generalizada de empleo en Gaza, agotando aún más el poder adquisitivo de los residentes a medida que los precios se disparan.
Hamouda ahora gasta US$ 250 por semana para comprar alimentos y suministros para su familia, en comparación con entre US$ 50 y 70 antes de la guerra. En una factura vista por CNN, los suministros mensuales para los huérfanos bajo el cuidado de Al-Naizi se compraron a una empresa de adquisiciones por US$ 6.814, incluidos US$ 2.160 solo para fórmula infantil. Antes de la guerra, la misma cantidad de fórmula habría costado US$ 1.680.
“Vivimos casi en una jungla donde la guerra, el asesinato, la codicia de los comerciantes, la injusticia de las instituciones a la hora de distribuir la ayuda y la ausencia de gobierno conducen a este caos mortal”, dijo al-Naizi.
Nourhan Mohamed, Christiane Amanpour, Eyad Kourdi, Celine Alkhaldi e Hira Humayun de CNN contribuyeron con el reportaje.
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